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A veces, por no decir siempre, las cosas más sencillas son las que mejor funcionan. Como esa frase que dice que lo mejor que puedes hacer es rodearte de los mejores. 
 
¿Parece una perogrullada? Es tan real como la vida misma. Porque cuando te rodeas de los mejores no solo consigues hacer crecer tu negocio, también creces tú, como persona y como profesional, y crecen todas las personas que trabajan contigo, y las personas que te rodean, y el sector en el que trabajas… y así hasta el infinito (y más allá).
 
Es una forma de hacer girar la rueda, de salir de la mediocridad, de que el aprendizaje nunca se detenga aún cuando se hayan superado los objetivos. Porque aparecerán unos nuevos y para afrontarlos hay que estar preparados. Y para estar preparados ya sabemos a quién necesitamos.
 
Rodearte de los mejores te pone frente al espejo, saca a la luz tus carencias, te empuja a delegar y te exige dar siempre lo mejor de ti. Habrá quien piense que eso te complica la vida, que es mucho más sencillo no enfrentarse a esas situaciones, y que total “para qué si mi negocio va bien”.
 
Pero en el fondo (y en la superficie) los mejores te lo van a poner muy fácil. Mucho más fácil que cuando tienes que ser un hombre orquesta, porque eso es mucho pedir. Y eso sí que es complicarse la vida.